Una diferencia que volvía a Samy completamente distinto de los demás era el hecho de haber sido comprado en una tienda.
Samy, los ojos azules, radiantes de luz, brillantes, grandes.
Sus bellos cristales reflejaban la bondad de todo ser que nace inocente y sin ser perturbado por agentes externos.
Una linda nariz estrecha, pelaje enteramente negro.
Lo que más le importaba a la familia Hedwin, un regalo para su hijo pequeño.
Cuando el pequeño fue comprado, inmediatamente fue metido en una caja con agujeros.
Él tenía miedo, toda su vida abandonado en una jaula con cristal, entre 5 de sus hermanos, y precisamente, se sentía arrancado de su familia.
Pequeño Samy, es el momento de olvidar tu pasado, y comenzar una nueva vida justo en tu nuevo hogar.
- He pasado más de media hora en éste recinto tan oscuro, ¿a dónde me llevan?
De repente cesó el sonido del motor del coche en el que su nueva familia iba, seguido de unos pasos, un abrir de puerta dió señal de entrar a casa, Samy escuchó, esas voces.
Las de una criatura, puede que ... ¿un niño?
Creo que hemos llegado, pensó el animalillo.
La caja en la que el gatito había pasado casi 2 horas comenzó a sacudirse, ¿¡Qué narices pasa, dónde me encuentro!? Esto duele, pero no se detuvo, la caja se abrió de repente, y de su exterior vinieron unas manos a agarrar con decisión a Samy, que estaba tan asustado que se había metido al fondo de la caja.
Las manos de ese niño lo levantaron, era estresante, pero rápidamente éste individuo comenzó a acariciarle el lomo calmando por fin los maullidos del pequeño y delicado ser.
Los padres se acercaron.
- Qué hijo, ¿te gusta el regalo que hemos traído? - dijo el señor Hedwin.
- ¡ME ENCANTA PAPÁ, ERA JUSTO LO QUE YO QUERÍA!
- Feliz cumpeaños de tus 6 años Daniel.
Daniel, ¿ese iba a ser mi nuevo mejor amigo? Pensó el pequeño Samy.
Comenzamos a jugar, y desde esa noche, todos los días jugaba conmigo, cada vez iba olvidando más mi casa.
Dani, ese pequeño monstruo no paraba nunca quieto, y Samy necesitaba dormir, todavía tenía poco tiempo, con treinta días aún eres demasiado pequeño para soportar tantas horas de juego.
Pasaron las semanas, no tantas la verdad, pero el tiempo volaba con buen ritmo.
Un buen día, tras un intenso mes, las cosas no volvieron a ser iguales, ese niño, cada vez era más bruto, no tenía cuidado y a veces hacía daño sin querer al animalito.
Lo recuerdo, Samy se había escondido bajo la cama del crío para poder descansar, y éste le tiró de mala manera de la cola, haciéndole mucho daño al pobre Samy.
¡Para! ¿No ves que me haces daño?
Samy le mordió el dedo a Dani, y al crío sólo le quedó gritar del dolor.
Alertados, los padres vinieron a su rescate para ver lo que había pasado.
- ¡Que demonios ha sucedido! - chilló la madre eufórica girándose hacia el animal después de entrar irrumpiendo como una loca.
- ¡MALDITO GATO DE MIERDA! - gritó el señor Hedwin corriendo tras el animal con un palo.
Samy ya no sabía donde esconderse, corrió por todo el cuarto, saltando por los muebles, por debajo de la cama y los juguetes, hasta que finalmente, una ventana, la ventana del cuarto estaba abierta.
ESTA ES TU OPORTUNIDAD.
Samy saltó por ella, pero al aterrizar se hizo daño en una pata, mala vida le trae al animal de la mala suerte que por muy mala, ser un regalo de un crío malvado con unos padres desalmado, ser un ser sin valor en esa casa en la que nadie cuida del prójimo.
Llueve, las calles están húmedas, a lo lejos se escuchan las voces de los que alguna vez fueron sus dueños, entre los llantos del niño. Se escucha a la madre: Fué un error traer semejante bestia a casa.